las medias del detective



Dicen que las balas no se sienten llegar, no se ven, no se oyen, sólo un golpe inesperado y luego el estadillo, el de fuera y el de dentro. Dicen que el del interior es peor, que el instantáneo resplandor de la carne al romperse en mil pedazos provoca, rebotando en todos y cada uno de los huesos, un ruido ensordecedor que eclipsa al del disparo, por muy cercano que fuera. Dicen también que cuando el metal rompe un hueso, las esquirlas de éste son metralla que multiplica por mil los efectos devastadores del balazo. Pero no tengas miedo: en Navidad las balas son más blandas, entran llorando y matan más deprisa.

Mañana hará un año que te conocí. Quisiste acabar la nochebuena en la cama y acepté. Fuiste mi regalo y te cambié por el premio. "No se puede tener todo", decías.

Hoy es 23 de diciembre. Ayer jugué a la lotería, como siempre. El mismo número de mi padre, el que jugaba el padre de mi padre, el que nos hizo poderosos, el que siempre ganaba. Ayer perdí. No se puede tener todo, y todavía eres mía. Mañana pagaré.

Mañana, cuando entres y te desnudes sigilosa en mi cuarto, cuando te deslices entre mis sábanas y mi piel en busca de calor y un polvo, buscaré tus labios con los míos, acercaré la pistola a tu pecho y saldaré mi deuda. Y así, besándote, me encontrarán cuando vengan a por mí.

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